Autor: Timo Márquez Arreaza, MSc LEED AP
Según UN Habitat para el 2050, 70% de la población mundial vivirá en zonas urbanas, hoy en día es casi la mitad. Lo que nos lleva a preguntarnos —desde el punto de vista de preservación de nuestro planeta— sobre aspectos como: gestión de desechos sólidos; impacto a recursos hídricos y calidad atmosférica; gestiones de bajo carbono, económicas desde el punto de vista ambiental. Así como debemos reflexionar sobre cuáles son las adaptaciones necesarias en los sistemas de salud, educación, infraestructura y otros aspectos sociales, al tener una proporción mayor de personas viviendo en ciudades. Además de lo anterior, las decisiones deben seguir manteniendo una plataforma económica que siga generando empleos, así como la creación de valor en servicios entre el intercambio de bienes que ocurren cada día.
A raíz de estas preguntas y, adicionando situaciones específicas como el terremoto/tsunami del 2011, el gobierno de Japón ha desarrollado una iniciativa llamada Ciudades Futuras, con el objetivo de conceptualizar, formular e implementar proyectos que aborden de forma más efectiva las problemáticas asociadas al impacto que tienen nuestras ciudades.
En Octubre de 2013 fui seleccionado, como único representante de Chile, por la Agencia Internacional de Cooperación Japonesa (JICA) para participar en el seminario Ciudades Futuras, junto con otros 40 representantes gubernamentales y académicos de diferentes nacionalidades. El objetivo fue discutir y plantear posibles propuestas y líneas de acción en nuestros diferentes contextos geográficos en las temáticas de ciudades inteligentes, energía renovable y prevención de desastres. A su vez, conocer la experiencia de Japón en la aplicación de esta iniciativa en las 11 ciudades seleccionadas para comenzar.
La agenda fue bastante ajustada, desde la participación en la conferencia dictada por la OECD sobre Ciudades Verdes, y al Tercer Foro de Ciudades Futuras, hasta visitas a casos de estudio como la población de Kitakyushu y su cambio de ciudad contaminada a polo de investigación y servicios con respecto a temas ambientales, esto nos permitió conocer el proceso de reconstrucción post tsunami durante las actividades desarrolladas en 11 días.
En esta ocasión, la experiencia más impresionante fue la visita a la ciudad de Higashi Matsushima donde más de 1000 personas murieron y 63% del pueblo estuvo inundado. Más allá de la intención de reconstruir la ciudad, la importancia radica en el modelo de gestión que se formuló, la capacidad público-privada para llevarlo a cabo y la pertinencia de una clara visión que respondiera a las interrogantes indicadas al principio del artículo.
El modelo de gestión buscó, paralelamente, generar empleo a una ciudad que lo perdió todo. Replantear el tejido urbano en su adaptación a situaciones de desastre, minimizar el impacto ambiental asociado a la destrucción y reconstrucción de la ciudad, manteniendo una viabilidad económica.
Durante el recorrido de la ciudad observamos como juntaban escombros según su materialidad: metales, madera, plásticos, etc. los cuales serían posteriormente reciclados. Uno de los objetivos es evitar tener que generar basura que sean botados en vertederos debido a las limitaciones de espacio en Japón. Para esto cuentan con maquinaría que puede —por peso, tamaño, materialidad— separarlos. Existen escombros cuya separación deriva en procesos muy complejos, para estos casos esparcían en un terreno este material, subdividido en cuadrantes donde una cuadrilla de personas empezaban, metro por metro, a seleccionar y separar cada tipo de material. Algo inusual, ya que estamos acostumbrados a enviar todo “junto” a un vertedero.
Alguien del grupo pregunto si no era más económico y rápido enviar todo a un vertedero que tener personas haciendo dicha labor. La respuesta —clara con el enfoque de reconstrucción— fue que de esta forma se generaba empleo por los próximos seis años a personas que lo perdieron todo. Asimismo, el costo directo e indirecto de reciclar aportaba ahorros en los cientos de millones de dólares sobre la opción de enviar todo a un vertedero o incinerar los escombros.
Un modelo de gestión acorde con una intención de Ciudad Futura, que elabora soluciones aplicables a largo plazo en la calidad de sus habitantes y su medio. Algo, a veces, inexistente en nuestras ciudades latinoamericanas. Un buen ejemplo de acción posterior a desastres como tsunamis, terremotos o deslaves.